domingo, 14 de junio de 2015

El cristal de Lorena






Uniste una letra a otra
junto a un color que delimitara infinitamente
el espacio que deconstruías
corría tu aire fresco
Aníbal el de la Casa Lis y el blanco palomar
después los demás vendrán
a juzgarte a elogiarte o a ignorarte.
Las obras de un suicida se cotizan aún más en alza
aunque contigo perdieron el tiempo
lo hiciste lentamente y no del todo
con tu cola de escorpión
jugando al escondite con la sepulturera.
Al mirar una torreta abandonada
que amarías por su halo de ruina alzada
como tú
su campanilla me parece que a veces toca sola…
Te cuento de ella y algo sobre mí
que no he querido ni quiero hacer cola
por los salones de alfombras púrpura
o los pasillos raídos
me dio pereza
o vergüenza
tampoco quiero aureolas
ni soy una heroína maldita ni bendita.
Aunque mi máxima ambición es la ingenuidad
(es curioso que nacemos con ella y que pronto la perdemos)
Pero quedan restos de la mía o es que siempre
ha estado intacta a pesar de las tentaciones
será más fuerte que yo o la tentación
no ha enviado diablos caídos
persistentes a la par que persuasivos.
No puedo por menos que seguir con este beneficio
o maleficio y darle a mi candor un nuevo estilo
entre automático y francamente irónico
antes muerta que cínica
antes viva que hipócrita.
Me comprendes al decirte que quien merodea es Urano
porque atravesabas las cordilleras
con tu roto y triple cristal de Lorena 
dejando fuera en el felpudo
cualquier epitafio.