viernes, 13 de septiembre de 2013

Como perro y gato



Eh tío acabo de llegar, es lógico que tengas curiosidad, pero que sepas que no estoy dispuesto a que me implantes tus leyes. 

Respetaré tu espacio si tú lo haces con el mío, me gusta la soledad, la independencia y que no me sometan a persecuciones sin sentido.

Soy discreto, limpio, honesto, sincero, silencioso, consciente de mi exquisito misterio mayestático, adoro el calor y la suavidad de las caricias. 
Conmigo no ha lugar ninguna confusión, que nadie pretenda convertirse en mi amo.
Si te ganas mi elástico corazón minino te amaré dignamente, apasionadamente y tan lealmente como esa virtud que a ti te adorna. 
No te sorprendas si adopto y te ignoro durante horas la postura de la esfinge, suelo meditar sobre un universo que todos se les escapa.
Por cierto Leonardo Da Vinci dice de mi raza que todos somos una obra maestra. 
Imposible es domesticar mi libertad aunque ignoró el porqué hago creerlo a los que conviven conmigo y les premio con algún ronroneo de paz y felicidad cuando duermo a su costado.
Por todo lo que te explico tengo mala fama, la cual no comprendo porque mi naturaleza enigmática y honesta no da lugar a engaños.
Mantengo mis uñas afiladas y mi lomo erizado para detener a los que deciden manifestarse como enemigos o me molestan, a los cuales desprecio y no les tomo en consideración, por lo general suelo ignorarles.
Para convivir hay que educar así que si estás dispuesto a ello, tu educación canina la resolveremos en un par de días, en una completa calma y dejaremos boquiabierto de sorpresa a ese viejo axioma que los humanos se empeñan en divulgar que tú y yo nos llevaremos tan mal como perro y gato.
Gracias por escucharme, he decirte que además los buenos modales son imprescindibles en toda relación casera que se precie de auténtica.