Cree en los dragones y el resplandor de su fuego
en los pálidos unicornio,
en los cantos hipnóticos de las sirenas,
en la mirada letal del basilisco y el vuelo de la esfinge alada...
Ah y en la ceniza del fénix.
Cree en ellos porque nadie les ha visto.
Así es la fe,
ciega para el mundo,
vívida para el ensueño.