Ahí yace pero no tú
ni los versos tuyos que se levantan
con suspiro de martirio, agonía o sueño
de tu garganta que ya no calla
porque hay en tu saliva un pico de aberturas y está llamando
tu corazón con forma de escombro
al duelo de tus ojos que vive y tus manos viviendo
abran panoramas nuevos al satélite con porvenir de filos
y salga enajenada la sangre tuya
imprevista de hojas y bandadas
que abaniquen sus calores tus palomas oscuras
y que la gacela con cien años beba en la escarcha y en el nardo.
Para que viva más
naciendo en rama verdes
sin perderse ni enterrarse
tu recuerdo niño que se mece con la mar cuando está alta.