viernes, 30 de octubre de 2020

Aprendiz de bruja


Mamá, en qué vas a trabajar ahora?- pregunta la niña cuando se acuesta.

Trabajaré como bruja.-bromeó la madre para no preocuparla.

Papá dice que todas las mujeres son unas brujas.-responde la hija bostezando.

Bueno nena, los hombres suelen decir eso de nosotras. 


Pero la niña apenas lo escucha porque se ha dormido mientras su madre la arropa.

Abajo la luz proyectada por la televisión no impide que la claridad irradiada por el plenilunio traspase cristales y visillos convertida en un encaje helado y azul inundando la pared de la sala.

La madre apaga el televisor y recoge las mantas del sofá pensando en su niña dormida y en que los hijos suelen tratar de imitar a los padres aunque debería ocurrir lo contrario, los padres tendrían que emular a sus hijos y en cómo y cuándo se pierde la clarividencia de la de infancia.


Al subir de nuevo la escalera el reloj de péndulo da campanadas de medianoche.

La madre piensa divertida que es ya la hora de aquelarres. 

Sube a dormir pero la luz de afuera parece intensificarse aún más frente a la pared del ventanal.

Atraída por ella baja y aparta el visillo contemplando atónita la silueta de alguien montado en la escoba de raíces que utiliza para barrer la hojarasca del otoño al jardín. 


Quien vuela a contraluz de la luna es su hija con una sonrisa mínima y vieja.