Te veo
jugar con aquel niño,
en un abandonado cementerio de una ciudad de provincias.
En su parte más antigua
las columnas tenían sus basas a cubierto
por las hojas que el viento arrancaba
Apenas podáis abrir las cancelas de hierro de las criptas
os sumergíais dentro de sus penumbras
para retornar después a la luz.
Fue un verano que dispersando su calor
disipó la infancia, aventó más viento
esparció más hojas
desvaneció más reencuentros,
diseminó sus límites.
Aquel niño quedó inmerso
en otras estaciones, en otras ciudades
en los ensueños
que ella
creó para él.
Alguien diagnosticará obsesión
yo le digo amor,
vida
o magia.