Alcanzándome tal ceguera
tal visión
deslumbrada o entenebrecida
desaparezco o aparezco
dándome a la luz
me dieron a la sombra.
De una a otra,
sólo hay la velocidad
de un intercambio
encendiendo y apagando manchas
sobre un lienzo inconmensurable y extraño
en el que el tiempo
sale fuera de su espacio que fue y vuelve
de lo inmenso a lo minúsculo.
Si la luz es la verdad abriendo su cielo.
No es,
la oscuridad la mentira cerrando su infierno.
Lazarilla soy
a veces me parece que soy la luz
o la sombra misma
guiada por el préstamo claroscuro
de sus manchas
en el espacio
tan blanco o tan negro siempre,
tan pequeño de mi lienzo
En cada contraluz
se guarece del misterio
su último y primer escalofrío.