jueves, 12 de junio de 2014

El suizo


El río desbordado inundaba abajo
los bancos de piedra del merendero 
y el local de los hijos del loco
al lado de la pared del water
repleto de sueños increíbles.
Arriba en el bar asumíamos esperando
la bajada pródiga de las aguas 
jugando con la máquina de petacos 
poniendo en otra máquina
del rock sus leyes
siguiéndoles el ritmo
sobre la mesa atestada de vasos 
tintineaban tus manos
era verano o quizá otoño.
¿Sabes? ya no lo recuerdo.

Alguien nos contó después en invierno
que el polvo blanco del caballo
dio sin retorno la vuelta 
al reloj de tu arena.

Será mi recuerdo una pértiga 
que desde el pasado hasta esta orilla
con un visado te devuelva
de algún lugar del invisible país
a donde volviste.