martes, 21 de agosto de 2012

Lorem ipsum

Que vértigo tan blanco impulsa la intrusión de ese azul de prusia, ese y no otro, lo suficiente melancólico, tormentoso y brillante.
Un centelleo mide, alza la catástrofe y lo triste o el júbilo empastando esa forma de mentira, 
que es cierta, cierta escapándose sin control, desapareciendo hambre, sed y tiempo.
Aprieta ritmo, escuchas congelando una inversión que grave tu mano desliza y sea ella una azucena abriendo sucia restos de carmín y aceite de linaza, derramando angustiosa su silbido de bisturí aterciopelado o mellado desde la pared abierta del estómago.
Así puedes pintar desde la distancia pero tanto más cerca, hasta llegar a lo profundo de la digestión, desde el crimen, 
desde el orgasmo del tú más tú, tiranizando lo que por ti respira.
Tiras el pincel contra el suelo incapaz de seguir marcando otra copia de ti mismo, y esperas
hasta que su vida propia te acaricie a ti, recorte las gasas a la momia, resucite sus alas de noche 
tocando techo para permanecer siempre intactas.
Huyes para volver virgen e iniciado, ha de doler su vieja verdad cuando se abra nueva otra vez,
hasta que aparezca incontrolable, arcana, apasionada y secreta.

        Esta esclava, este esclavo entonces sabe, que odiándola la ama.


Neque porro quisquam est qui dolorem ipsum quia dolor sit amet, consectetur, adipisci velit.
“No hay nadie que ame el dolor mismo, que lo busque, lo encuentre y lo quiera, simplemente porque es el dolor.”
Cicerón