Son la dos y hace un calor sofocante
estoy lejos de la playa con la marea llena y abarrotada
necesito un baño,
Y mi única opción será la piscina municipal del centro sur.
Tengo razón al adivinar su desolación de hormigón
no hay nadie excepto el encargado que me da la llave de la taquilla.
Huele a cloro y a calor concentrado por los vidrios.
Las corcheras señalan un rumbo y antes de la zambullida
me he dado cuenta que olvidé en casa las tijeras.