En el nudo
el conejo de Alicia rotaba al revés
en las espirales de las manecillas del reloj
gritando: no tengo edad,
¿Dónde estoy ?
Pensé al tragarme los aros de su bucle
dando vuelta, vueltas, subiendo, bajando
en el centro de su ojo, yo
con la cafetera, la mariposa del abrelatas,
los poemas de Li Po
un libro más arrancándole sus páginas,
deshojada aquella dedicatoria:
Para ti cuando eras un niño
el carrusel de juguete
estalló en pedazos,
destrozados sus caballitos atravesados por las barras
no podía decírtelo,
no podía,
me arrebató mi voz
el tejado desgajado, las paredes que pinté
se desmoronaron y
el polvo escociéndome los ojos
rugía, rugía, ensordeciendo
cada vez más fuerte, cada vez más rápido
enroscándose el bucle
se estrecha, se estrecha
Ay amor como me lastima
que en esta pesadilla
no me encuentras.
el conejo de Alicia rotaba al revés
en las espirales de las manecillas del reloj
gritando: no tengo edad,
¿Dónde estoy ?
Pensé al tragarme los aros de su bucle
dando vuelta, vueltas, subiendo, bajando
en el centro de su ojo, yo
con la cafetera, la mariposa del abrelatas,
los poemas de Li Po
un libro más arrancándole sus páginas,
deshojada aquella dedicatoria:
Para ti cuando eras un niño
el carrusel de juguete
estalló en pedazos,
destrozados sus caballitos atravesados por las barras
no podía decírtelo,
no podía,
me arrebató mi voz
el tejado desgajado, las paredes que pinté
se desmoronaron y
el polvo escociéndome los ojos
rugía, rugía, ensordeciendo
cada vez más fuerte, cada vez más rápido
enroscándose el bucle
se estrecha, se estrecha
Ay amor como me lastima
que en esta pesadilla
no me encuentras.