Que mañana sea martes
y hoy sea veintitrés de marzo
que vista su horizonte el tendedero
con el sudor extinguido de las sábanas
o el blanco de mi camisa
que luego lo desvista y de su desalojo sea
como cuerdas de una guitarra entre el aire
que haya un calcetín en el fondo del patio
cumpliendo el año y medio de caída
y un ejercito acostado en pinzas de colores y colillas
(la tentación de regalar un cenicero al vecino del tercero
siempre existe)
Que pase el invierno, la primavera después, más tarde
el verano y que con octubre venga el otoño
y que vuelva a contemplarte siempre el mismo ángulo de sombra
al sol le es indiferente
negando eternamente hacerte un posadero
donde rutile sobre tus cuerdas
salvajes, sus rayos.
y hoy sea veintitrés de marzo
que vista su horizonte el tendedero
con el sudor extinguido de las sábanas
o el blanco de mi camisa
que luego lo desvista y de su desalojo sea
como cuerdas de una guitarra entre el aire
que haya un calcetín en el fondo del patio
cumpliendo el año y medio de caída
y un ejercito acostado en pinzas de colores y colillas
(la tentación de regalar un cenicero al vecino del tercero
siempre existe)
Que pase el invierno, la primavera después, más tarde
el verano y que con octubre venga el otoño
y que vuelva a contemplarte siempre el mismo ángulo de sombra
al sol le es indiferente
negando eternamente hacerte un posadero
donde rutile sobre tus cuerdas
salvajes, sus rayos.