miércoles, 3 de septiembre de 2014

Intemperie


















Entró en un bar desconocido, con olor a noche e intemperie.
Calling you sonaba en las vocales estremecidas, de una boca nombrada dolor.
Ella pidió en silencio a los altavoces que callaran. 
En el local vacío, resonaron en sus pasos, su corazón roto.
Los pies quedaron quietos, porque hasta luz de los neones, se apagó.
Una voz en la oscuridad dijo: Quizá esta noche haya la tormenta.
La luz volvió ese instante y vio que estaban solos.
Detrás de la barra, él dijo: ¿Qué te pongo?
Algo con ginebra y olvido, antes de la tormenta. 
Leyó los carteles, al lado de las bebidas:

Bienaventurados los borrachos, ellos verán doble a Dios.

Bebo cuando soy feliz.

Bebo para aplacar en el estómago, lo que está en la cabeza y no puedo sacarme del corazón.

Bebo cuando tengo miedo, culpa, ausencia, fracaso, amor, odio, o confusión. 

Cuando bebo todo el mundo es mi amigo y digo la verdad.

La barra es un confesionario, el borracho el pecador, el confesor el camarero.

Cuando bebas para olvidar, paga por adelantado.


Te pago por adelantado entonces, dijo ella dejando el dinero en el mostrador.
Él contestó: Invita la casa y además beberé contigo.

Cayó la primera arteria que resonó lejos, tan lejos prodigando otro mundo.
La coctelera del cielo, derramó un glacial aguacero sobre el grial de la tierra.
Él puso dos copas, agitó la coctelera, en tanto la luz, reflejó lo opaco de sus ojos.
Sirvió el cóctel, les hundió dos palillos, ensartando una aceituna y una cereza
Los dos dejaron resbalarlo de un golpe y mordisquearon la sal y el azúcar
Delicioso. ¿Qué le has puesto? dijo ella abriendo una sonrisa por primera vez.


Èl dijo: Tiempo.