lunes, 8 de diciembre de 2014

Brindis


¡Eh Fernanda! grito Luisa desde la plaza.
¡Hola Luisa!
Vamos al café nuevo de enfrente, el Séptimo cielo, te invito a un vermú. 
Les sirvieron dos vermut de solera.
¿Qué tal todo? preguntó Luisa.
Paso de contarte y hablarte del presente, o del pasado, prefiero hablar del futuro.
El futuro aún no existe, dijo Luisa
Ya Luisa, por eso quiero hablar de el, me ha inspirado este azul, todos esos puttis y esas columnas salomónicas plateadas.
Fer, no me digas que has contratado un plan de pensiones.
La cigarras no contratan planes de pensiones y yo tampoco.
Bridemos Luisa. 
Chocaron los vasos de cristal azulado.
Sweet Jane. Dijeron al unísono.
Encuentro paralelismo entre los siete cielos dantescos así como las diez Troyas, uno debajo de otras y tendremos que escalar o excavar.
Ja ja Fer, ahora comprendo tu interés por el futuro, hay tres o nueve cielos o diez según leas unos textos u otros.
Creo recordar que el día que explicaron la cantidad de los cielos falté a clase de catequismo, y fui a hacer oposiciones de sentido común.
Nueve o diez… 
Sí en ese noveno cielo sólo estarían Jesús, la Virgen, los apóstoles, los santas y santos y en el décimo Dios.
Ajá, resultará imposible librarse de las jerarquías incluso allí.
Sobre el infierno o los infiernos ya los tenemos por aquí.
Así que a ver dónde me meten, porque a los cielos me abstengo de ir, soy objetora de consciencia.
En el limbo Fer, y no preguntes cuántos hay porque no lo sé.
Allí tampoco quiero ir, toda la vida portándome bien, no robes, no mates, honra a tu padre y a tu madre, pon la otra mejilla, paga los impuestos, tira los papeles a la papelera, no desees cambiar lo injusto…
Eso no lo he podido cumplir, desear como que deseo, Luisa.
Una vez robé un cenicero en el Corte Irlandés, media hora esperando que me lo cobraran y nadie apareció, me lo metí en el bolsillo y me fui.
Fue un robo por cansancio y abstención laboral.
No le des más vueltas Fer, nos esperan en un universo paralelo.
Con los catedráticos del latrocinio que tienes en el gobierno actuales y pasados y te estrenas con un cenicero… Ja!
¿Cuál es ese universo?
El olvido.
Ah no, al Lete me niego en redondo a ir, remar me aburre y tenemos el mismo problema, la masificación como en el cielo y en los infiernos.
Imagínate encontrarte allí con mi vecina del cuarto o Franco o Hitler o Stalin y unos, unas, cuantos más, toda la eternidad del olvido soportándolos.
No y no, eres cruel, Luisa.
El limbo y el olvido son otros nombres para la nada.
Fer, tú quieres eternidad a la carta.
Y tú, ¿no?.
Sí.
Luisa, lo que deseo es el viaje final a un paisaje de reencuentro, donde esté todo lo que he querido, porque quiera estar conmigo, aunque eso sólo dure un segundo.
Es un sueño, lo sé.
Fer, el sueño imagina a quien es capaz de soñarlo.
Quizá se cumplirán las leyes poéticas de lo relativo y se materialice con su belleza, su verdad y su misterio.
Comprender los misterios en absoluto les resta su capacidad de milagro.
Quizá lo que menos importe es quién o qué los ha creado y el milagro de tu sueño será más importante que su autora.
Lo que imagino existe y es un siempre particular que exilie las miserias, la violencia, la crueldad y el asco.
Si vivimos inmersos en las leyendas y los mitos, el vacío, en las constantes del absurdo, del absoluto hagamos uno a medida, qué tenemos que perder.
Ya estamos aquí perdidos, esclavizados y prostituidos.
Así es.
Qué es lo imposible, una fantasía, una mentira aspirando a la verdad y porqué no habría de ser real, si ya lo son en alguna parte de mi espíritu, llámalo corazón, cerebro o química.
Brindemos otra vez, Luisa.
Por el séptimo sueño. Dijeron a la vez.